1. ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Existe algún plan trazado, algún objetivo para mí? De ser así,
¿cuál es?
Interrogantes como esos han inquietado el alma y la
mente del ser humano a lo largo de toda la historia. Sea cual sea nuestra nacionalidad, credo o color de piel, nuestro corazón
padece hambre de las mismas cosas: amor perdurable, felicidad verdadera, sosiego espiritual, verdad y belleza, comprensión
de la realidad y un derrotero para nuestra vida. Todos los seres humanos, desde las tribus
más primitivas que habitan en los bosques, hasta los miembros de las sociedades más modernas y avanzadas tecnológicamente,
parecen percibir de manera instintiva que la vida es más que un mero azar o accidente evolucionista. A pesar de que siga en
aumento el número de personas que buscan en la ciencia moderna y en sus teorías, tan variables y muchas veces contradictorias,
el secreto de nuestros orígenes y la verdadera esencia de la vida, a lo largo de miles de años el principal solaz para los
hombres ha sido sus diversos credos, a través de los cuales ofrece reconocimiento o adoración a las fuerzas sobrenaturales
o invisibles que él intuye deben existir. En esa búsqueda de Verdad, de iluminación y de paz
para el alma, de la Realidad Suprema, son muchas y variadas las creencias y rituales que las distintas religiones humanas
han ofrecido. Por intermedio de dichas religiones, el hombre invoca asistencia sobrenatural, con la esperanza de alcanzar
la benevolencia y el favor del Poder o los poderes invisibles a los que rinde culto.
2. Pero, ¿cómo voy a preocuparme de algo tan trillado como la religión, si ya dedico todos mis esfuerzos a "destacar" en la
vida?
Vivimos en un mundo mutable, cada vez más complejo y
dominado por la informática, y en el que aumenta constantemente el número de personas que se ven atrapadas en una angustiosa
carrera hacia el éxito económico que les deja muy poco tiempo para considerar asuntos tan "abstractos" como el sentido de
la vida, la paz del espíritu, el amor hacia los semejantes, ¡y hasta el destino eterno de sus propias almas! Después de todo,
razonan, esas inquietudes podrían representar una distracción indeseada y hasta un obstáculo en su marcha en pos del "dios"
más popular de este mundo, ese dios que tiene la supremacía en el culto y la devoción del mundo: ¡el dinero
y los bienes materiales! Desde la más tierna infancia, a muchas personas se les inculca que la
única manera de alcanzar la felicidad es: 1º) recibir una buena educación; de ser posible un título de alguna universidad
de renombre; 2º) obtener un puesto "prometedor" dentro de alguna pujante empresa o institución; 3º) reunir dinero suficiente
para adquirir un automóvil nuevo, una o dos casas elegantes y todo el mobiliario y los aparatos lujosos y ultramodernos que
son sinónimo de una situación "desahogada". Si bien esa senda que conduce a la riqueza suele exigir una vida entera de sangre,
sudor, lágrimas y esfuerzos, la mayoría de los que la recorren lo hacen sin mayores dudas ni vacilaciones, pues albergan la
convicción de que una vez alcanzados los bienes que anhelan, habrán de saborear al fin la auténtica felicidad y la satisfacción.
Sin embargo, mucha de esa gente descubre con desolación que a pesar de sus denodados esfuerzos
por atrapar la felicidad, ésta le sigue siendo esquiva. Pasan los años, y muchos de ellos comprueban que las presiones de
la empresa o del entorno social los han ido recargando de tensiones y angustias, en lugar depararles aquella paz o satisfacción
que esperaban. Como consecuencia, suelen ser sus vidas privadas las que se resienten, pues no les queda ni tiempo que dedicar
a sus familiares y seres queridos. Descorazonados, llegan en última instancia a una trágica conclusión:
¡ni este mundo, ni todas las riquezas y placeres que pueda ofrecer, son suficientes para satisfacer el corazón humano!
Tal vez los bienes materiales puedan procurar satisfacción temporal a nuestro cuerpo, pero son incapaces de satisfacer
el alma, el espíritu del ser humano, ansioso de una alegría, una paz y un bienestar duraderos que los simples
logros materiales no pueden proporcionar. A esto se debe que los ricos y poderosos sean con frecuencia
los seres más desgraciados. Ya tienen en sus manos todo aquello que la mayoría de la gente considera necesario para
alcanzar satisfacción y dicha. Ya han alcanzado todas las cosas materiales que deseaban, ¡y descubren con tristeza que todo
eso no alcanza para dar satisfacción ni plenitud a sus corazones vacíos, a sus almas hambrientas! ¡Así pues, ni siquiera tienen
esperanzas de hallar su felicidad en las riquezas! Lord Byron, el famoso poeta inglés, comprendió esa realidad y se
lamentó diciendo: "He bebido de todas las copas del placer y he vaciado el cáliz de la fama, mas ay de mí, ¡aún muero de sed!"
Si bien la mayoría de las personas dedican muy poco tiempo a reflexionar sobre la existencia
de un Creador, de un Dios, cuando las golpea una crisis individual o una tragedia, algún accidente inesperado o una grave
enfermedad, el fallecimiento de algún familiar o alguna pérdida personal de gran magnitud, ¿a quién se vuelven en busca de
auxilio? Una abultada cuenta bancaria, por muy grandes que sean sus cifras, no puede hacer nada por recuperar a un ser querido
que haya atravesado los umbrales de la muerte. Las casas, las tierras o un cúmulo de artículos de lujo son impotentes para
volver a encender la llama de un amor que se ha apagado, o para sanar las heridas de un corazón quebrantado. En esos momentos
de angustia es cuando la gente suele darse cuenta de que los verdaderos valores de la vida son inmensamente más importantes
que los simples bienes materiales.
3. ¿No son todas las religiones básicamente lo mismo? ¿No se trata de diferentes caminos que llevan al mismo fin?
Si bien las necesidades fundamentales del ser humano
y sus anhelos son los mismos en todos los casos, las mayores religiones del mundo prescriben fórmulas distintas y a veces
contradictorias para satisfacer dichas necesidades. Un breve repaso de los credos y prácticas religiosas más comunes hace
que ello salte a la vista. Los fieles creyentes de distintos credos tratan de colmar sus necesidades
espirituales asistiendo regularmente a los lugares de culto, ya sean santuarios, templos, mezquitas o catedrales, en los que
se elevan plegarias, se quema incienso y se observan infinidad de tradiciones, ceremonias y rituales diferentes.
Existen almas de gran consagración que se muestran dispuestas
a renunciar a todo placer o posesión mundanal paraentregarse de lleno a diversas disciplinas religiosas. Hay muchos que, en
lugar de honrar o acudir a iconos, ídolos o representaciones de su dios o sus deidades, prefieren buscar la verdad y la realidad
dentro de sí mismos, yendo en pos de la luz por medio de la concentración intensa, la contemplación y la meditación.
Algunos buscadores de la Verdad adoran a un solo dios, mientras que otros rinden culto a centenares y aun millares de dioses.
De las religiones mayoritarias, algunas empezaron sencillamente como expresiones filosóficas de ética o moral, sin que sus
fundadores albergaran la pretensión de propiciar el culto a deidad alguna. ¡Sin embargo, en la actualidad muchos de esos fundadores
mismos son venerados como si fueran dioses! Muchos creyentes acarician como su más caro deseo
y mayor aspiración la posibilidad de sobrevivir a la muerte como un ente individual, en una vida futura dichosa y celestial.
Otros desdeñan la idea de continuar viviendo como individuos y buscan más bien la extinción de su individualidad para fundirse
en la esencia suprema de la realidad universal. Están los que creen que después de su muerte
retornarán a la tierra para reencarnarse una y otra vez, por lo que su existencia actual no sería sino producto de uno de
sus muchos nacimientos y renacimientos, que se reproducirán indefinidamente hasta haber alcanzado la plena iluminación o salvación.
No faltan quienes creen que sólo se vive una vez en este mundo, y que por lo tanto disponen de una sola oportunidad de vivir
correctamente y asegurarse así una existencia feliz en el más allá. Al ver tantas creencias distintas
y muchas veces encontradas, es comprensible que el buscador de la Verdad se sienta un tanto consternado y confuso. ¡En especial
si consideramos que cada una de las mayores confesiones está convencida y proclama que su enfoque particular es la única vía
hacia la luz, el éxtasis, la salvación o el Cielo!
4. ¿Por dónde empezar, si busco sinceramente la verdad?
Si se tiene en duda que haya un Ser superior, un Dios
todopoderoso, el primer paso habrá de ser comprobar si efectivamente existe. La prueba más obvia con que contamos para apreciar
la existencia de un Creador divino es el mundo y el universo que nos rodean, la creación natural o física.
Hay un incidente verídico que viene al caso como ilustración. El doctor Robert A. Millikan fue un reconocido físico nuclear
norteamericano que obtuvo el Premio Nóbel por sus trabajos experimentales en la fisión del átomo. En cierta ocasión, durante
un banquete celebrado en su honor, se le acercó un joven periodista, que le dijo: "Dr. Millikan, no cabe la menor duda de
que es usted un científico brillante, un gran conocedor de la física; sin embargo, corren rumores de que sigue sosteniendo
el antiguo concepto de la Creación, es decir, ¡de que usted cree en Dios! ¿Es verdad tal cosa?"
Millikan guardó silencio por unos instantes, estudiando el rostro de su interlocutor. Luego sacó del bolsillo de su chaleco
un elegante reloj de cadena, y le dijo: "Así como este reloj es obra de un diseñador y relojero inteligente, ¡la compleja
precisión y sincronización de este grandioso universo tiene que ser lógicamente obra de un gran Creador!"
El Libro Sagrado de las tres grandes religiones, la Biblia, afirma al respecto: "Desde el principio de la creación del mundo,las
cosas invisibles de Dios —su poder eterno y su naturaleza divina— son claramente visibles, siendo entendidas por
medio de las cosas que Él ha hecho" (Romanos 1:20*). Dicho de otro modo, la existencia de un Creador invisible se manifiesta
o hace evidente a través de este mundo maravilloso hecho por Él, de la Creación, de todas las cosas que podemos ver. ¡La mejor
carta de presentación del Creador es Su hermosa obra!
5. Pero la Biblia es el libro santo tradicional de Occidente.
¿Acaso no es el cristianismo una religión estrictamente occidental?
Si bien es cierto que los principios de la Biblia han
sido abrazados mayormente por las culturas occidentales, ¡su revelación de la verdad es para todos! ¡Y en realidad, sus orígenes
distan mucho de ser occidentales! La mayor parte de la Biblia fue escrita por profetas y videntes nativos de las tierras del
Medio Oriente, de Palestina, un puente terrestre muy particular que enlaza a tres grandes continentes: Asia, Africa y Europa.
Dios, el gran Creador, lanza Su amoroso llamado a todos los hombres de la tierra desde las páginas
de la Biblia, diciendo:
"¡Vuélvanse a Mí y serán salvos, confines todos de la tierra, porque Yo soy Dios,
y no hay otro!" (Isaías 45:22.)
El llamamiento que hace la Biblia es claramente universal,
pues dice: "Todo el que invocare el nombre del Señor será salvo, pues Él quiere que todos los hombres sean salvos y vengan
al conocimiento de la verdad. Dios no muestra parcialidad ni hace acepción de personas, ¡puesto que en toda nación acepta
a todo el que le ama!" (Romanos 10:13; 1Timoteo 2:4; Hechos 10:34,35.) ¡Es decir, que Dios ofrece amor, paz, bendiciones y
salvación para todos, sin distinción de raza, color, nacionalidad o situación social!
6. Sin embargo, el cristianismo practicado por muchas de las diversas iglesias actuales da la impresión de ser una religión
bastante egoísta y exclusivista, dedicada a la acumulación de grandes riquezas, tierras, propiedades, edificios, etc.?
Lamentablemente, en muchos casos es así. Gran parte
de lo que el mundo ve como reflejo de la cristiandadse ha alejado tanto de las enseñanzas que el sencillo y humilde Jesús
impartió a Sus seguidores, que las semejanzas son bastante escasas, si comparamos la forma de vida de muchos cristianos actuales
con la de Jesús y Sus discípulos. Jesús nunca predicó complejas ceremonias ni rituales, ni tampoco
normas o regulaciones de imposible cumplimiento. ¡Ni se le escuchó decir jamás que fuese necesario levantar lujosos templos
o catedrales a costa de los pobres! Dijo, simplemente, que nuestra obligación religiosa más importante es "amar a Dios y amar
a nuestros semejantes como a nosotros mismos" (Mateo 22:37-39). ¡Él mismo mostró a Sus seguidores cómo hacerlo, brindándoles
el ejemplo de Su propia vida, marcada por el amor y la compasión, "compartiendo lo Suyo con los pobres, sanando a los quebrantados
de corazón, devolviendo la vista a los ciegos y dando libertad a los que estaban cautivos"! (Lucas 4:18.)
7. Si el Dios de que habla la Biblia no es como el que las iglesias dicen representar, ¿cómo es en realidad?
El Dios verdadero es un Dios bondadoso, lleno de ternura
y afecto, ¡que vela por todos Sus hijos en cada nación de la tierra! Dice la Biblia que es un cariñoso Padre celestial que
te quiere como a Su propio y amado hijo, y que hizo este mundo maravilloso como morada de la cual pudieses disfrutar.
Desafortunadamente, son muchos los que imaginan a Dios como un gran ojo que todo lo ve y que los persigue permanentemente
con un garrote alzado sobre sus cabezas, dispuesto siempre a descargarlo sobre ellos como castigo ante el menor pecado, error
o debilidad. Sin embargo, la Biblia afirma que tal idea es totalmente infundada y que Dios es tierno y afectuoso, misericordioso
y tolerante, que la única razón por la que va tras las personas es Su esperanza de que se vuelvan hacia Él y lo conozcan,
para lo cual los aguarda con los brazos abiertos. Es más, ¡la Biblia dice que "Dios es amor"!
(1Juan 4:8) ¡No es un monstruo desalmado que se complazca en el sufrimiento de sus criaturas, ni que desee negarnos todo placer
y felicidad, hundiéndonos en la desdicha! No es un déspota despiadado que trate de aterrorizar a todo el mundo empujándolo
al infierno. ¡Es un Dios de amor que con su afecto trata de conquistarlos a todos para el Cielo!
8. ¿Dónde está ese Dios?
Jesús dijo: "Dios es Espíritu; y los que le adoran,
¡en espíritu y verdad es necesario que adoren!" (Juan 4:24.) Él no es una persona en el sentido que lo somos nosotros, ¡ya
que Él y Su Espíritu desbordan el universo entero! ¡Dios es omnipresente (está en todo lugar);
omnipotente (lo puede todo) y omnisciente (todo lo sabe)! ¡No se le puede limitar a un solo lugar, y mucho menos a un simple
templo, altar, santuario, edificio religioso o lugar de culto! "¿No lleno yo, dice el Señor, el cielo y la tierra? He aquí
que los cielos de los cielos no pueden contenerme. ¡Porque el Altísimo no mora en templos hechos por manos humanas!" (Jeremías
23:24; 1Reyes 8:27; Hechos 7:48.) Dios es el gran poder fundamental y la luz guiadora del universo,
el Creador todopoderoso, el Gran Espíritu del Amor que ha dado vida a todas las cosas. Como paternal y amoroso creador del
hombre, guarda para nosotros un destino brillante y benigno, la satisfacción final de todos nuestros deseos de amor, vida,
libertad y felicidad. ¡Él te ama!
9. ¿Es ese "Gran Espíritu del Amor" el único espíritu que existe?
Aunque Dios es el único y solo Creador, el único Dios
todopoderoso, existen también muchas personalidades espirituales y poderes menores creados por Él. En realidad, existe toda
una dimensión, el mundo espiritual, habitado por innumerables millones de seres espirituales, que están presentes aunque sean
invisibles al ojo humano. Hay espíritus buenos —los ángeles y los de aquellos que luego de vivir en la tierra están
ahora con el Señor— y espíritus malignos, los diablos o demonios. ¡Pero Dios es el único Creador todopoderoso, omnipotente,
omnisciente y omnipresente! Todos los demás espíritus mencionados son personalidades inferiores que actúan dentro de los confines
que el propio Dios ha determinado para ellos. Los espíritus buenos, los ángeles de Dios, se ocupan
en servirle lealmente. Las fuerzas malvadas del mundo espiritual, los diablos y demonios, están alzados en rebeldía contra
Dios y son seguidores de un poderoso ángel rebelde que tiene el nombre de Satanás o Diablo. Éste y sus huestes representan
una fuerza rival que mantiene una lucha espiritual constante contra las potencias buenas de Dios. En lugar de tratar de amar
y ayudar a la humanidad, acercándonos a Dios, tal como hacen los ángeles, estos demonios buscan constantemente engañar, vencer
y destruir al ser humano, ¡esforzándose por empujarlo también hacia la rebeldía contra Dios! ¡Gran parte del caos, la confusión,
la crueldad, la mortandad y la destrucción que azotan a nuestro atribulado mundo es atribuible a la acción del Diablo y de
sus fuerzas! Uno de los objetivos centrales de las malignas fuerzas espirituales del Diablo es
tratar de obstaculizar y evitar que el ser humano descubra el divino y eterno Reino del amor, la luz y la salvación, y penetre
en él. Dice la Biblia que Satanás es "el dios de este mundo, que ciega el entendimiento de los incrédulos para que no les
resplandezca la luz del Evangelio" (2Corintios 4:3,4). Por ello es esencial que tú, que buscas
sinceramente la verdad, tengas mucho cuidado y discernimiento al investigar las realidades del mundo espiritual, para evitar
que seas entorpecido o engañado por el Diablo o alguno de sus fraudulentos espíritus!
10. Y ¿qué de los dioses de las otras grandes religiones?
Como ya dijimos, algunos de los "dioses" a los que mucha
gente ha sido inducida a rendir culto fueron en realidad seres humanos, los fundadores de dichas religiones. Aunque esos hombres
nunca reclamaron para sí una naturaleza divina, luego de morir y transcurridas varias generaciones de creyentes, siguió creciendo
la veneración y el respeto de éstos, ¡hasta llegar a ser considerados y adorados como dioses, desenlace que dichos fundadores
nunca habían deseado ni buscado! Hay ciertas religiones, como los grandes credos politeístas,
en las que se rinde culto a gran número de dioses. Es muy posible que algunas de las hazañas y leyendas atribuidas a dichas
deidades fueran originalmente el recuento de acontecimientos y batallas libradas en el plano espiritual. Muchos de esos personajes
y las antiguas leyendas acerca de ellos podrían muy bien haber surgido de auténticas personalidades espirituales y antiguas
luchas y eventos ocurridos dentro del mundo invisible. Lo sucedido sería que con el paso del
tiempo y la falta de datos precisos muchos de esos hechos habrían sido considerablemente exagerados y distorsionados al transmitirse
verbalmente de generación en generación, llegando a convertirse en las increíbles historias, leyendas y epopeyas que conocemos
en nuestros días. ¡Sin embargo, sigue siendo cierto que existen incontables millones de seres espirituales, que comparados
con los humanos son "dioses" o "diosas", habitantes sobrenaturales del mundo espiritual —unos buenos y otros malos—,
que combaten en ese plano para brindar a la humanidad salvación unos y perdición otros! Naturalmente,
algunas de las grandes religiones no se basan en la veneración de ningún Dios con figura de persona. En lugar de ello, lo
consideran una especie de "Realidad suprema" o de "Principio fundamental o absoluto" que sostiene la marcha del universo.
Ese concepto más bien indefinible del Todopoderoso se percibe generalmente como el de un Dios que permanece un tanto distante
y desconectado de las necesidades humanas específicas y de las circunstancias e individuos concretos. Por el contrario, la
Biblia afirma que Dios vela personalmente por cada unode nosotros, y que "como el padre se compadece de los hijos, se compadece
el Señor de los que le aman" (Salmo 103:13). Se sabe también de ciertas religiones que, reconociendo
el prodigio maravilloso que puede apreciarse en la belleza y el equilibrio de la naturaleza, han llegado a la conclusión de
que la Creación misma es Dios, y de que todo lo que vemos es manifestación o parte de la divinidad. Ese enfoque se acerca
mucho al principio bíblico de que "Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten, porque de Él, y por
Él, y para Él son todas las cosas, ¡y en Él vivimos, y nos movemos, y somos!" (Colosenses 1:17; Romanos 11:36; Hechos 17:28.)
Debido a que Dios es la gran fuerza que lo ha creado todo, en cierto modo Él es parte de todas las cosas y todas las cosas
son parte de Él, ¡desde las dilatadas galaxias de los cielos hasta la fuerza cohesiva del átomo más pequeño!
Sensibles a la estrecha relación existente entre el invisible Creador y las cosas visibles hechas por Él, ciertas religiones
rinden honor y culto a la Creación misma, al sol, la luna, las montañas, el viento, las estaciones climáticas, etc. En cambio,
en la Biblia se nos dice que es posible para nosotros adorar y conocer personalmente a Dios mismo, que podemos mantener con
Él un vínculo vivo, y que por lo tanto no es necesario "honrar y dar culto a las criaturas antes que al Creador" (Romanos
1:25). ¡A Dios no le preocupa que sintamos admiración o deleite ante las bellezas, glorias y prodigios que son fruto de Sus
manos, ante su hermosa Creación, pero no quiere que glorifiquemos o adoremos las cosas creadas dejando de lado a su Hacedor!
La meditación es otro de los medios con que millones de personas tratan de acercarse a la luz
espiritual. Si bien es admirable la dedicación con que muchos buscadores sinceros se entregan a esa senda, ¡los que llegan
a alcanzar el estado de trance que hace falta para la meditación profunda deberían tener mucho cuidado! Pues aunque es cierto
que pueden llegar a conectarse con algunas de las fuerzas espirituales sobrenaturales que buscan, no lo es menos que al hallarse
en trance de profunda meditación pueden exponerse a las potencias invisibles del mundo espiritual. ¡Y si no están auténticamente
protegidos por el Espíritu del Dios verdadero, podrían ser fácilmente seducidos y caer presa de espíritus engañosos, terminando
poseídos por demonios!
11. ¿Cómo es posible que una práctica religiosa sea nociva si se realiza con sinceridad?
Dice la Biblia que Satanás, el Diablo, es el supremo
engañador y que muchas veces "se disfraza como ángel de luz" (2Corintios 11:14,15). Es frecuente que el Diablo agregue gran
parte de verdad y de bien a sus mentiras para que su engaño sea más astuto. Es verdad que muchos de los demonios satánicos
son evidentemente malignos, violentos, destructivos y horribles, ¡pero en muchas ocasiones el enemigo de nuestras almas intenta
seducirnos y atraernos hacia sus mentiras recubriéndolas de ciertas verdades! ¡Es así como tienta a la gente para que caiga
en sus garras! ¡Si el Diablo no proclamara ningún bien ni verdad, casi nadie se tragaría sus
mentiras! Así que dora su píldora recubriéndola de caramelo, por lo que es posible que al principio se vea y sepa bien, ¡pero
al final produce una intoxicación espiritual grave! ¡En realidad, casi siempre se trata de veneno puro, y si uno se lo traga
se asegura la muerte espiritual! ¡Por ende, es de vital y eterna importancia que en tu búsqueda
de la Verdad encuentres al verdadero Dios, al Dios del amor, a Aquel que te ama ydesea salvarte! ¡No hay formalismos, ceremonias,
tradiciones ni rituales religiosos que puedan proporcionarte la maravillosa sensación de paz, alegría, amor y satisfacción
espiritual que puede ser tuya si mantienes una relación viva con el Dios viviente!
12. Muchas religiones enseñan que nos es necesario sufrir para agradar auténticamente a Dios y acercarnos a Él. ¿Es verdad tal
afirmación?
¡No! ¡Como ya dijimos, Dios es amor, Él te quiere de
verdad y desea que seas feliz! ¡Esa es la razón principal por la que te puso en este mundo tan hermoso! Quería que gozaras
de la vida y te ha dotado de la capacidad, la sensibilidad y el entorno adecuados para ello. ¡Te creó para que disfrutaras
de la vida que te ha dado, para que lo amaras y para que disfrutaras de Él eternamente! Sin embargo,
lamentablemente, son muchos los que no se dan cuenta de que Dios quiere que sean felices. Su concepto de la religión recuerda
a la historia del muchacho campesino que regresaba del culto religioso acompañado de su abuelo, que era un señor estricto
y de religiosidad extrema, y se detuvo en el camino frente a una mula que había por allí. Acariciándole el hocico, le dijo:
"¡Seguramente tú eres una criatura terriblemente religiosa, por esta cara tan larga y tan triste que tienes!"
Para mucha gente la devoción y lapiedad consisten en una negación absoluta de toda felicidad humana y de cualquier forma de
placer. ¡Algunos llegan al extremo de creer que todo placer físico es necesariamente perverso o pecaminoso! ¡Y suponen que
la piedad religiosa requiere tal aflicción y dolor, así como flagelación, privación y crucifixión impuestas por uno mismo,
que se debe permanecer en total angustia y sufrimiento para poder sentirse cerca de Dios! ¡Gracias a Dios, ese enfoque no
proviene de la Biblia! No obstante, alguna pobre gente se ve tan obsesionada por el culto a la
negación y la tortura autoimpuesta que llega a sentarse sobre clavos, a caminar descalza sobre tizones encendidos, a azotarse,
¡e incluso a hacerse crucificar! ¡Se someten voluntariamente a toda clase de torturas físicas porque piensan que cuanto más
sufran, más "religiosos", "santos" o vinculados a Dios se volverán! Es cierto que hay ocasiones
en las que tal vez debamos pasar por sacrificios o sufrimientos, pero según la Palabra de Dios no hay razón para que lo hagamos
a propósito, como un supuesto medio de alcanzar méritos personales o un trato preferencial por parte de Dios! Si sufrimos,
suele ser porque Dios lo permite por determinada razón, pero por lo general es como consecuencia de sacrificarnos y actuar
generosamente para ayudar a los demás. No porque lo pidamos específicamente, lo deseemos ni supongamos que por hacerlo nos
hagamos acreedores a alguna clase de mérito o santidad.
13. Si la negación de mí mismo, el sacrificio y el sufrimiento no son el camino a la salvación, ¿qué puedo hacer para salvarme?
¡Nada! ¡No puedes salvarte a ti mismo! A pesar de ello,
la creencia fundamental de casi todas las religiones humanas es que el hombre es básicamente bueno y justo y que es capaz
de alcanzar la salvación por sí mismo. ¡En efecto, luego de un cuidadoso análisis, puede llegarse a la conclusión de que en
el mundo existen realmente sólo dos corrientes de fe y conceptos religiosos, la que podríamos denominar de "Hágalo usted mismo",
y la de "Sólo Dios puede salvarlo"! ¡La mayoría de las religiones del mundo enseñan a sus seguidores
que pueden salvarse por méritos propios mediante la piedad y las buenas acciones, por medio de su justicia personal, sus sufrimientos,
la negación de sí mismos o su acatamiento a las leyes y tradiciones de la religión de ellos en particular! ¡Pero no ha nacido
aún el ser humano que haya sido tan bueno como para hacerse acreedor a su salvación! ¡"Ciertamente no hay hombre justo en
la tierra, que haga el bien y nunca peque"! (Eclesiastés 7:20) Desde el principio Dios quiso
que cada uno de nosotros tuviese una relación íntima y personal y una comunicación directa con Él. Quería ser nuestro amigo
más íntimo, Alguien de quien pudiésemos esperar siempre amor, fidelidad, afecto e interés por nosotros.
Aunque por otro lado, no quería forzarnos a buscar la amistad con Él. No hubiera tenido ningún obstáculo para crearnos de
modo que le obedeciéramos y adoráramos automáticamente, como si fuéramos robots, pero su deseo no era obligarnos a amarle
u obedecerle. Por ello permitió que el bien y el mal fuesen revelados por igual, para que cada uno de nosotros pudiese tomar
una decisión individual al respecto, escoger voluntariamente amarle y obedecerle, o rebelarnos y actuar independientemente.
Lamentablemente, todos hemos elegido mal en una u otra ocasión. Hemos actuado a veces de modo
egoísta, áspero o insensible, haciendo daño no sólo a los demás, sino también a Dios mismo, que como nuestro Padre celestial,
se entristece al vernos tomar el mal camino. Pero a pesar de todos nuestros problemas, dificultades
e imperfecciones, Dios sigue amándonos y queriendo estar cerca de nosotros, ser nuestro amigo y auxilio más inmediato y apreciado.
Y por más que nos esforcemos sinceramente en tratar, mediante nuestra piedad, buenos actos, sufrimientos y demás, de acercarnos
a Él, de fundirnos en Su esencia, de ser "iluminados" por Él, de merecer que nos salve, siempre fracasaremos en el intento.
¡"Por cuanto todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios"! (Romanos 3:23.) ¡Por muy buenos o justos que tratemos
de ser, por muy severamente que nos disciplinemos o luchemos por alcanzar la santidad o la salvación, fracasaremos, porque
el hombre es sencillamente incapaz de salvarse a sí mismo!
14. ¿Qué puedo hacer entonces para salvarme? ¿Deberé resignarme a estar eternamente separado de Dios?
Dios es un Ser tan grande, tan elevado y todopoderoso,
tan lejano de nuestra limitada comprensión humana, que nos resultaría imposible entenderlos completamente a Él y Su manera
de obrar. Él ha dicho: ¡"Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos,
y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos"! (Isaías 55:9.) Sin embargo, era tanto Su deseo de ayudarnos, de acercarse
íntimamente a nosotros, que nos envió a Alguien capaz de mostrarnos Su amor, Alguien que pudiese vivir con nosotros como ser
humano, que pudiera personificar y mostrarnos la naturaleza del propio Dios. Dios nos quiere
tanto que no quiere que suframos la separación de Él. Si vivimos sin el amor de Dios, nuestro corazón no puede hallar verdadero
contentamiento, y permanecemos espiritualmente vacíos y sin vida. De modo que para brindarnos Su Vida y Salvación eternas,
envió a la tierra a Su propio Hijo, Jesús, hace dos mil años. Jesús fue concebido milagrosamente
mediante el Espíritu de Dios y nació de una joven virgen llamada María. Creció hasta convertirse, en cierto sentido, en imagen
de Su Padre, para que pudiésemos ver cómo es el grandioso e invisible Creador. Dicha imagen es un cuadro de amor, pues todo
lo que hizo Jesús fue hacer el bien, ayudar a la gente y enseñarle sobre el gran amor de Dios por todos nosotros.
Finalmente, Jesús culminó Su misión de proclamar ante el mundo las Buenas Nuevas de la Salvación y ofrendó Su vida. Fue cruelmente
crucificado por sus desalmados e hipócritas enemigos religiosos. Y tres días después de que Su cuerpo fuese depositado inerte
en la fosa, ¡Jesús se levantó de los muertos venciendo a la muerte y el infierno para siempre!
En la Biblia leemos que "de tal manera amó Dios al mundo (a cada uno de nosotros), que ha dado a Su Hijo unigénito (Jesús),
para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). ¡Si a partir de este instante quieres
tener una relación personal viva y plena con el Dios del amor, todo lo que tienes que hacer es sencillamente creer en Jesús
y aceptar el don gratuito de la vida eterna que Él te ofrece! Jesús dijo: "Nadie tiene mayor
amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15:13). ¡Él fue el Amigo que dio Su vida por ti, para que no tengas
que sufrir por estar separado de ese Dios que tanto te ama! Si deseas conocer personalmente el
gran amor de Dios, hallar la solución para todos tus problemas y dificultades y recibir el perdón de todos los errores cometidos,
no tienes más que creer en el Hijo de Dios, Jesús, y aceptar que entre en tu corazón. Jesús dijo:
"Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar...
¡porque Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida! ¡Nadie viene al Padre sino por Mí!" (Mateo 11:28; Juan 14:6.)
¡Por más sencillo, o hasta infantil, que pueda parecerte,
ese es el Plan escogido por el gran Creador del universo para revelarnos y hacernos llegar Su amor, Verdad y Salvación a cada
uno de nosotros! Lo hizo así de sencillo para que cualquiera pudiese recibir Su amor: el niñito, el abuelo anciano, el pobre
campesino, el magnate, el indígena analfabeto o el culto intelectual; el oriental, el occidental, el norteño o el sureño,
¡todos, y tú también! En efecto, recibir a Jesús es tan simple que Él dijo: "¡Si no te humillas
y te haces como un niño, no entrarás en el Reino de los Cielos!" (Marcos 10:15) ¿Estás dispuesto a humillarte y aceptar el
amor, la alegría, la paz, la satisfacción y la vida eterna por medio de Jesús, como un regalo que te hace a ti, Su hijo?
Jesús te ama y desea darte ese maravilloso regalo ahora mismo, si haces con sinceridad esta sencilla oración, pidiéndole que
entre en tu corazón:
"Querido Jesús, sé que necesito ayuda y que no puedo salvarme a mí mismo. Se
me ha dicho que Tú eres el Hijo de Dios, y que por tu intermedio puedo alcanzar y conocer personalmente el amor de Dios. Jesús,
necesito que Tu amor me limpie de todo temor y rencor. Necesito Tu luz para que ahuyente toda oscuridad. Y necesito Tu paz
para llenar y satisfacer mi corazón. ¡Por eso, te abro la puerta de mi corazón y te ruego, Jesús, que entres y me des Tu regalo
de la vida eterna! ¡Gracias, Jesús, por haber sufrido por todas las cosas malas que he hecho, por haberme perdonado y por
haber escuchado mi oración! En el nombre de Jesús, amén."
¡Luego de haberle pedido a Jesús que habite en
tu vida, se abre para ti una existencia totalmente nueva! Dice la Biblia: "Si alguno está en Cristo, es una nueva criatura;
las cosas viejas pasaron, ¡he aquí, todas son hechas nuevas!" (2Corintios 5:17) Si quieres saber más de Jesús, entender
mejor quién es Él y por qué lo envió Dios al mundo, pídele, por favor, a la persona que te hizo entrega de este ejemplar,
que te facilite otro, muy alentador, titulado "¿Quién es Jesús?" O escribe hoy mismo a la dirección que figura al final del
texto y pide que te lo envíen por correo. ¡Que Dios te bendiga dándote Su amor, dicha y paz!
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